jueves, 30 de mayo de 2013

Remembranzas (parte primera)




Allá lejos y hace tiempo, aunque parezca un cuento lo que voy a relatar
ha ocurrido de verdad hace ya ta' y pico de años.
Siendo mozo me encontraba en el pago en que nací
muchas cosas ahí viví que no quiero recordar
pues me han hecho tanto mal que prefiero no nombrarlas
y aunque nunca he de olvidarlas por tanto mal que me han hecho
decidí ponerle el pecho y seguir para adelante.

Ensillé mi flete un día y me hice a los caminos
pa' ver si mejor destino encontraba para mí.
Al trotecito partí dejando atrás los recuerdos
y encomendádome a Dios pa' sentirme protegido con su santa bendición
pal' lado que apunta el sol comencé mi recorrido
con el mágico sonido de las aves cuando cantan
y el polvo que levanta mi caballo al galopar.

Nunca me iba a imaginar, ni queriendo le aseguro,
que a pesar que fueron duros los momentos que pasé
tantas cosas que aprender me esperaban todavía,
cosas que enseña la vida que nunca se olvidan, paisano,
como cayo en las manos que lleva impreso el hachero
así se aprende, aparcero, en la escuela de la vida.
Aprendí varios oficios para poder ganarme el pan
trabajando con afán como Dios manda, ¡canejo!

Y aunque siempre estuvo lejos de ser justa la paga
rezongando la aceptaba
pues cuando las tripas chillan reclamando el alimento
no vale el argumento que las pueda hacer callar.
Porque siempre retobau he sido ante la injusticia
y lío con la milicia jamás me gustó tener
fué que tuve que aprender a trabajar por mi cuenta
para no rendirle cuentas a ningún patrón.

Con los pesos que tenía de un conchabo anterior
y con enorme dolor por haber vendido a mi flete
me metí, amigo, en el brete de comprar algunos cueros
comenzando primero a fabricar cinturones,
funda pa' los facones y otras tantas chucherías
las que luego vendería al llegar a un poblau.

Y ansí con mis cueros a cuestas y una mochila en la espalda
recorrí montes y llanuras,
atravesé la espesura de los bosques, la salina,
las aguas cristalinas de ríos y bañados
conociendo del paisano lugareño sus costumbres
y he subido hasta la cumbre de cerros nevados.

También me he encontrado, como era de esperar,
una china a quien amar
porque sé mostrar la parte sentimental que tiene todo cristiano
y como no soy marciano yo también la sé tener
porque un hombre sin mujer es como un verso sin rima
cuando uno se le arrima encuentra razón de ser.

Así pues llegó el día en que Tata Dios tenía reservado para mí
otro camino a seguir que lo voy a compartir mientras me tomo unos mates
si usted me hace el aguante ya se lo paso a contar...
(continúa)

1 comentario: